///ACTOR/// DIRECTOR DE TEATR0/// DOCENTE///

S e ha formado en

CANTO PERCUCIÓN TEATRO TÍTERES

en diferentes grupos artísticos

de la Provincia de Mendoza.

Cursó completos sus estudios en la

LICENCIATURA EN ARTE DRAMÁTICOy el

“PROFESORADO DE GRADO UNIVERSITARIO EN TEATRO”,

de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo

en Mendoza, Argentina.

Actualmente se encuentra realizando su tesis.

Desde el 2003 realiza el ENTRENAMIENTO FÍSICO Y VOCAL del “Inst. Raimont Sullivet” con la maestra MARÍA GODOY. Del 2004 en adelante trabaja como DOCENTE y COORDINADO DE TALLERES DE EXPRESIÓN ARTÍSTICA: narración de cuentos, títeres, música y TEATRO en espacios de educación formal y no formal.

Simultáneamente ha participado en TEATRO INDEPENDIENTE en elencos de Mendoza. Co- dirigió la obra “Te quiero Zorra” de Francisco Nieva. Como actor participo en La Bella Durmiente” de Laura Bagnato, Nievede Máxine Fermine dirigida por María Godoy, “La Cantante Calva” de Inonesco dirigida por Rafael Rodriguez, “Yetatore” de Laferriere con dirección de Ruben Stella, la Opera “Rigolleto” de Verdi y “Juana de Arco” de Bertolt Brecht con dirección de Roberto Aguirre realizando giras por provincias de Argentina, Chile, y Uruguay

En el año 2007 forma parte del grupo fundador deLA QUINTA PATA TEATRO”, donde dirigió En el Campo las Espinas”. Durante el 2008 se desempeñó como Asistente de Dirección de Mariana Percovich en la obra “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca, para la COMEDIA NACIONAL del TEATRO SOLIS de MONTEVIDEO. Participó del Proyecto S.i.a.” de la Compañía de Artes Escénicas COMPLOT realizando giras por el interior del Uruguay y países de EUROPA. En Alemania realizó una residencia artística en TheaterimBalsall en la ciudad de Bonn donde dirigió al bailarín Martín Inthamoussu en la obra de danza teatro “AUSLÄNDER” participando luego de Festivales en Venezuela, México, ALEMANIA, Brasil y Argentina

viernes, 7 de octubre de 2005

LA CANTANTE CALVA


RAFAEL RODRIGUEZ
“He tenido un equipo brillante”
Despojamiento absoluto y dinámica actoral abrumadora. Así se define "La cantante calva" rubricada por Rafael Rodríguez, una de las mejores apuestas teatrales de este año.


Por Fausto J. Alfonso -
http://www.losandes.com.ar/notas/2005/12/20/estilo-178464.asp

La puesta de Rodríguez de “La cantante calva” está protagonizada por Elena Schnell, Marina Occhionero, Daniela Giromi, Federico Ortega, Santiago Borremans y Pedro Ojeda; y tiene coreografía de Vilma Rúpolo (“a quien le tengo que agradecer su buen gusto”, aporta Rafael). Luego de una minitemporada de diez funciones, retornará a mediados de enero o principios de febrero en el mismo espacio: el Microcine Municipal, en el subsuelo de 9 de Julio 500.

Ni bien uno ingresa al Microcine Municipal y detecta seis cuerpos plantados bajo la mera luz de la sala, sin ninguna pretensión “teatral” a la vista, presiente una vibración especial. Lo segundo que detecta es que esos cuerpos están bien plantados y que esa falta de pretensión no deja de inquietar, también para bien.

Se avecina “La cantante calva”, el texto fundacional del Teatro del Absurdo, en versión Rafael Rodríguez. Se avecina un frenesí de una hora y pico al que, evidentemente, se ha llegado tras mucho trabajo de campo, aunque una previa y absoluta comprensión del texto.

Rodríguez dirige el Taller Municipal de Teatro. Nunca quiso mostrar producción; a lo sumo, una clase pública. Este año sintió que debía cambiar de parecer.

No estuvo errado. La obra de Ionesco se revela ante el espectador como un trabajo maduro, cronométrico, de un humor genuino y visualmente muy atractivo. Quizás esto último cueste entenderlo si añadimos que prescinde de todo maquillaje, vestuario especial (aquí manda la ropa de calle), escenografía u otro artilugio.

Que el elenco ronde, en promedio, los 23 años, también puede llamar a prejuicios. Pero como la obra vuelve por enero o febrero, vaya, vea y después nos cuenta:
Decidí prescindir de todo lo que había hecho antes y comenzaron a salir las imágenes. Empezamos bajo una propuesta general de hacer ritmo. Luego, trabajar el ritmo interno, lo que yo llamo concepto, donde el alumno se mueve de acuerdo con lo que le sugiere la obra o el personaje, a partir de una imagen sensorial, que puede ser auditiva, visual, táctil... Logrado el ritmo formal, para sacarnos el frío, y comprendido el texto, decidimos “cantar” el ritmo, jugar, divertirnos. Creo que es un equipo brillante el que he tenido. Además propuse desdoblar los personajes: el señor Martin lleva un bailarín adentro; Mary encierra una prostituta estereotipada; el señor Smith es como un gaucho en las pampas...

-¿Durante el proceso hubo contramarchas, deserciones, dudas?-
Mis miedos tuve. Cuando uno entra en el juego, aparentemente no hay límites. Hay que disparar dentro de la incoherencia, pero coherentemente.

-¿Y dónde estaría el límite entonces?-
En la cara y en la voz del director.

-Hábleme del despojamiento.-

Este trabajo despojado es una constante que yo persigo desde hace muchos años. Por ejemplo, trabajo con la luz de la sala, y los pocos tachos que hay, los pongo mal, para evitar un efecto teatral. Ahora, cuando el actor es buen actor, lo resuelve todo. Un actor joven puede hacer un Rey Lear sin necesidad de maquillaje para que parezca viejo. Creo que éste es un trabajo profesional. Yo entiendo la palabra profesional en el sentido de profesar un oficio. Y creo que estos actores lo han hecho.

-¿Hasta dónde hay que suprimir cosas?-

Yo creo que tiene que llegar el momento en que haya que suprimir el aplauso. Rompe el encanto, la magia. El autor no propone aplaudir. Y la gente, además, debería ir a ver al personaje, no al actor. Un silencio, tras la función, diría quizás muchísimo más. Lo que pasa que el cholulismo nos lleva a saludar, a salir a hablar con la gente... Yo soy partidario de quedarnos encerrados hasta que se vaya la última persona. Ese espacio, el del teatro, es nuestro. Es lo poco que nos queda. Después, en la vereda, en el café, que cada uno hable y haga lo que quiera. Yo una vez le pedí a Omar Grasso, durante mi última obra en el San Martín, que fue “Peer Gynt”, con Alfredo Alcón, permiso para no salir a saludar, y me lo dio. Y no salí.

LA QUINTA PATA TEATRO


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